En la industria de la restauración, las largas jornadas y el no respeto a los derechos laborales se han convertido, tristemente, en una norma no escrita.
En Limaná, elegimos otro camino. Creemos que una cocina justa y un comedor vibrante solo pueden construirse sobre un equipo que sea valorado y respetado. Aquí, el pago equitativo no depende del sexo, la raza o la religión. Las 48 horas semanales son la norma, las horas extras se reconocen y se remuneran como corresponde y las vacaciones se otorgan según lo estipula la ley.
Aqui apostamos por una industria donde las horas trabajadas se vivan con orgullo y los descansos sean una promesa cumplida. Creemos que cuidar a quienes nos acompañan en este viaje no es solo un deber, sino la base de cualquier cocina que pretenda ser honesta y humana.